“BEN-HUR, a tale of the Christ”
Tres fueron los caminos que nos llevaron a roma, un libro una obra de teatro y una película…
La adaptación teatral .
La puesta puede considerarse como una gran empresa ilusoria, ya que difícilmente podía concebirse que la variedad de escenarios precisos ola espectacularidad requerida por escenas como la carrera de cuadrigas pudieron resolverse sin caer en el más absoluto ridículo.
Pero por si la memoria histórica no bastara para convencer al más escéptico existen fotos que demuestran cómo la ambición de reciclar los beneficios d la novela, y atraer a sus innumerables y curiosos fans, pudo vencer tamañas dificultades. Los empresarios Klarr y Erlanger, propietarios del legendario Teatro Broadway, fueron los artífices del montaje, que se estrenó en noviembre de 1899, con un triunfo apoteósico para el que hubo que emprender laboriosas negociaciones previas pues sea dicha la verdad el buen general Wallace había aprendido a hacer valer sus derechos como autor.
Desconfiado y chapado a la antigua, se hizo del rogar, pero el millón de dólares que ingresaron en su cuenta bancaria venció las últimas resistencias y aún pudo legar a la posteridad una frase pronunciada la noche del estreno cuando, abrumado por la grandeza de los decorados, exclamó: “por dios… ¿He sido yo quien ha provocado todo esto?”
Cuatrocientos actores llegaban a aparecer reunidos en escena, siendo los protagonistas Edward B. Morgan como Judá Ben-Hur y el famoso futuro vaquero del cine mudo William S. Hart, Mesala. El momento culminan te de la representación era la carrera de cuadrigas, con las de Mesala y Ben-Hur, corriendo a bordo de una plataforma giratoria, como la que se utiliza para modelar en barro, aunque a medida que el espectáculo rindió beneficios los promotores fueron ampliando su número hasta llegar a un máximo de ocho cuadrigas en escena. Esta carrera fue tan celebrada que los empresarios de circo Barnum y Bailey crearon su propia versión bajo la carpa, en competencia directa con el teatro. Durante los 16 años que Ben-Hur se representó en Estados Unidos, sólo una vez Ben-Hur perdió la carrera al fallar en Boston la plataforma y adelantarse el tiro de caballos de Mesala. Fue en 1901, el mismo año en que Edward J. Morgan fue sustituido en el papel del protagonista por otro actor que pasaría a la posteridad por su carrera en el cine, William Farnum.
Otro de los recursos que por entonces fueron considerados revolucionarios fue lograr reproducir el mar en escena para el combate entre galeras, mediante el truco de sustituir el agua por telas brillantes que eran agitadas desde bastidores por los tramoyistas. El Ben-Hur teatral dio la vuelta al mundo, y en Europa pudo verse en París, Copenhague, Berlín y Londres, donde fue motivo de una aristocrática noche de estreno con la presencia de Conan Doyle, Henry Irving, Marie Tempest y los reyes Eduardo V y Alejandra.
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