viernes, 25 de marzo de 2011

¿Por que instruyo homeschooling? Por. Francisco González Reyna.

Antes de continuar con el segmento de esta historia les hago notar que la narración la he acompañado de guiones de dialogo, tratando de captar de la manera mas fidedigna las palabras de los involucrados, por lo cual el articulo tomara tintes de novela o cuento sin dejar de ser una recopilación de datos reales de un suceso innegable, a pesar de su formato todo lo aquí escrito son los hechos sufridos por Namy en el jardín de niños “cuitlahuac” zona 25, sector 10 san Rafael Coacalco estado de México, siendo la directora la Prof. Ma. Lorenza Barrera López. Desconozco si esta persona continúa en dicho puesto, espero por el bien de los preescolares que no sea así y que la plantilla completa del jardín de niños ya haya sido cambiada pues la maestra involucrada directamente con el pequeño Namy la educadora Victoria B.S. estaba perfectamente coludida en los descuidos y sus repercusiones. Aclarado lo anterior continúo:

“¿bullying o descuido?” 2ª parte.

Un mes después por curiosidad el padre de Namy acudió a las puertas del colegio a la hora del recreo para constatar como cuidaban a los pequeños alumnos, para su sorpresa lo único que encontró fue un campo de batalla, sin mas control que el cansancio de los participantes, los niños y niñas por igual corrían de un lado a otro hasta topar con pared o con otro compañero mas despistado, las niñas salían y entraban sin control de los baños algunas llorando y todas mojadas, gritando que el “chuky “estaba dentro, con desesperación busco a su hijo y por fin lo encontró en una jardinera con otro grupo de niños aventándose de manotazos en quien sabe que juego violento, en ese momento el no podía definir si las acciones de Namy eran parte del juego o si solo trataba de defenderse del juego.
Los niños no miden consecuencias, eso es totalmente cierto, se aventaban y golpeaban a más no poder, caían sobre los pastizales, escalones, banquitas etc. Azotaban las puertas con el constante riesgo de machucarse los deditos. Impactado por aquella escena el padre de Namy toco el portón para saber que pasaba, pues parecía que dentro del plantel los adultos hubiesen desaparecido repentinamente, pasaron unos cinco minutos y ningún adulto se acerco solo algunos niños que le comentaron que siempre estaba así en el recreo, mas enojado toco con mas fuerza y una mujer de mediana edad salió de la dirección con un vaso en la mano, era la conserje. La mujer aun sorbiendo su bebida se acerco a la puerta con una lentitud y pereza notables, al llegar al portón lo primero que hizo fue vociferar -“que le pasa don ¿Por qué toca así?” –
- ¿Cómo que por que? – respondió ya bastante enojado – mire este infame campo de batalla – para ese momento una niña había caído en el centro del patio al correr y chocar con otro alumno – ¿Por qué nadie los vigila? – la pregunta fue directa y la mueca grotesca de la mujer indicaba que le había molestado.
- ¡Si los vigilamos – afirmo la conserje, casi gritando, sin preocuparse ni siquiera al escuchar los llantos de la niña en el centro del patio – lo que pasa es que estamos en una junta muy importante, pero desde la ventana de la dirección les estamos echando un ojito – “echarles un ojito” esta es la frase que ocupan los servidores públicos, intendencia y maestros(as) de las escuelas publicas para definir el cuidado de un grupo de niños.
Indignado el padre de Namy trato de explicarle a la conserje los peligros que corrían los niños pero parecía que le hablaba a la pared pues la mujer ignoraba cada palabra, poco después salió una maestra del mismo lugar riendo a carcajadas y casi pasando por encima de la niña llorando en el patio, se acerco y le pregunto a su compañera cual era el problema “aquí el señor que es un preocupon” nuevamente se referían a los padres con ese apelativo.
La respuesta de la “maestra” no difirió mucho de lo que dijo la primer mujer, luego comenzó a decir una sarta de tonterías como “hay que darles su espacio a los niños” “es su espacio para jugar” “si los vigilamos todo el tiempo se van a cohibir” mientras la niña que se había caído fue consolada por su amiguitas y rodilla sangrante se levanto sola y se fue a su salón, ningún adulto ya sea de intendencia o las supuestas maestras la atendió. Refiriéndonos a las escusas de la maestra tu que amablemente me lees te pregunto ¿crees que son validos esos argumentos para descuidar a todo una escuela? ¿esa es la respuesta de una persona preparada para trabajar con niños?
El hombre indignado llamo a su hijo y lo mantuvo con el junto al portón de rejas hasta que termino el recreo que de quince minutos se alargo increíblemente a casi cincuenta minutos, pasado ese tiempo la chicharra sonó para anunciar el regreso a clases, los niños cual toros en encierro corrieron empujándose y chocando abarrotándose en las puertas de los salones sin supervisión de nadie, diez minutos después las maestras y demás gente salieron del salón en plena charla y risas todas con sus vasos en la mano y sendos platos de emparedados y pastel, esa era la importante junta, una simple celebración, rápidamente el hombre ubico a la maestra asignada a Namy y le llamo, ella se acerco y tomo de la mano al niño, para llevárselo al salón, el le intento plantear sus preocupaciones pero ella solo se retiro con el pretexto de que el salón estaba solo llevándose a su hijo.
Pretextos, mentiras, descuidos eso era lo que el padre de Namy había visto y que tanto le preocupaba, estaba dispuesto a sacar a su hijo de aquel manicomio mal llamado jardín de niños pero no contaba con algo a lo que no podía decir que no a un que debiera, Namy no estaba dispuesto a dejar su escuela y sus amigos, el no concebía peligros solo sabia que era su escuela y que después de tanta espero no quería abandonarla. Los preocupados padres solo se encogieron de hombros y ante las lágrimas del niño accedieron y solo atinaron a darle consejos para su seguridad.
Los consejos parecían haber servido no sin olvidar y lamentar el hecho del evidente descuido diario y acostumbrado de las maestras del jardín de niños, por más que el niño se cuidaba no cambiaba la forma de su retorno, raspones, ropa rota, rodillas y codos lastimados etc. Los padres Namy lo llevaban y dejaban en el jardín de niños con el alma en vilo sin saber con que podían encontrarse al recogerlo. Este fenómeno de preocupación se dio en otros padres de familia pero solo les repetian la misma sarta de tonterías ya antes mencionadas como respuesta, eso cuando los recibían pues pronto la escuela se convirtió en una especie de fuerte Álamo, impenetrable, por mas que se tocaba el portón nadie respondía y las dichosas juntas con entremés y bebidas eran de cada viernes.
No pasaron ni dos meses cuando el principio de una pesadilla se daría confirmando los temores de aquellos angustiados padres, un jueves el padre de Namy esperaba fuera del porton ansioso a su niño para llevarlo a casa a descansar y comer, los minutos pasaban y por mas que buscaba el rostro de su hijo en las olas de niños saliendo no lograba verlo, eso se le hizo extraño pues Namy era de los primeros en salir por ser de primer grado. Angustiado se aferro a la reja y observo a todos lados, por fin logro verlo, saliendo al último de su salón, cabizbajo sujetándose el pecho y caminando muy lento. Lo recibió, le quito la mochila y lo observo se veía mal muy maltratado con raspones en la cara y con dificultad para respirar, le pregunto que le había pasado y el niño con un silbido en su respiración entre cortada solo pudo mencionar – me aplastaron –
- ¿Quién te aplasto? –
- Niños – menciono débilmente mientras el lugar era cerrado con cadenas, la vista incisiva de la conserje sobre ellos indicaba que algo sabía pero rápidamente se retiro. Sin perder tiempo preguntando a un montón de servidoras publicas incompetentes, corrieron a buscar un medico.

Continua “¿bullying o descuido?” 3ª parte.

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