
La decisión de no supeditar la grandeza de Ben-Hur al Cinemascope obligó a la puesta a punto en los laboratorios M-G-M de un sistema de objetivos que serían fabricados por Panavisión, bajo el control de Robert E.Gottschalk, con la denominación de 65 mm y con un angular que abarcaría un 275% más que los 35 milímetros tradicionales, permitiendo una mayor concentración de decorado y extras por plano.
Desde 1956 un equipo de técnicos dirigidos por Henry Henigson se instaló permanentemente en Roma, y en coordinación con los trabajos de investigación e información obtenida en Hollywood, dispuso de los preámbulos de intendencia para que los 300 decorados, las 500 estatuas y los 50.000 extras que iban a contratarse estuvieran a punto.
Las 6 cámaras de 65 mm se hallaban en la capital italiana (1957) para conocer exactamente sus posibilidades, pues era la primera vez que se forsaria a los angulos exteriores a crecer sin perder el detalle central, las escenas panorámicas lejanas y no hacer que los acercamientos se notaran grotescos.
Fue así que a partir de pruebas visuales concretas, que permitieran adaptar los decorados al poco conocido ángulo de visión panorámica que la M-G-M quería lanzar al mercado. Mientras varios de los platós contratados en Cinecittá eran transformados en almacenes de vestuario y utillería, así como en talleres y forjas, los principales inmuebles tomaban forma, entre ellos, parte de la ciudad de Jerusalén, presidida por la reproducción de la Puerta de Joppa con su torre de 21 metros de altura, la villa de Quinto Arrio, engalanada con 40 fuentes y un suelo compuesto de miles de mosaicos hechos en vidrio y las galeras a escala, 40 en total, que surcarían el lago artificial de los jardines del estudio durante la batalla contra los piratas macedonios, complementadas por dos galeras a tamaño natural para las escenas de interior.

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