
Desde muy niño sentí la necesidad de dibujar y pintar sin tener del todo claro las técnicas, materiales y procedimientos, entusiasmado por aquellas viñetas de famosos comics de superhéroes como superman, batman, clásicos de la literatura ilustrados y spiderman, de manera autodidacta daba tumbos de principiante, trazos gruesos con cualquier tipo de lápiz o tinta, en cuanto colores los mismo ocupaba brochas que pinceles. Cuando mis padres observaron tan clara actitud y necedad por plasmar formas con sentido donde fuese decidieron encaminar mi afición y convertirla en dificultosa profesión.
Fue en una época muy temprana de mi vida cuando comencé a estudiar pintura al oleo y dibujo, lugares como el parque de cantera, la casa del lago, bellas artes en cursos para niños, el instituto tepeyac etc. Ocupaban mi tiempo fuera del horario normal de la primaria.

Lo mas extraordinario era ver con que facilidad lanzaba pinceladas que tomaban forma con velocidad extraordinaria, con la ayuda de unos brochones tremendos que yo nunca había visto, terminaba un cuadro en poco tiempo en un programa de casi treinta minutos, terminado y hasta firmado aquel pintor de estrafalario peinado hacia en minutos lo que para mi eran semanas de arduo y duro trabajo con mis pincelitos. “el placer de pintar” se anunciaba con letras curveadas aquella emisión y engalanando aquello el nombre del pintor que nunca olvidaría y seguiría con gran atención Bob Ross.
Profesor en artes visuales. Francisco González Reyna.
Continuo: 2ª parte. La técnica Ross.
Continuo: 2ª parte. La técnica Ross.
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