William Wyler dirigió películas de todo tipo, sin ningún tipo de tema que fuera su marca personal en el cine. Pero sus películas estaban siempre muy bien hechas, resultaban bellas y su forma de rodar era reconocible, incluyendo innovaciones como la profundidad de campo (luego usada por Welles). Era conocido por realizar decenas de tomas de cada una de las escenas de sus películas, y por exigir gran control sobre la historia, las localizaciones y el personal de cada producción. Por ello es dudoso afirmar, como se hace, que Wyler, como Michael Curtiz, no tuvo su propio estilo particular. Hoy se le incluye entre los directores de cine más valioso, como suele suceder no dejo mucho de lo que pudiéramos llamar “su escuela” puesto sus técnicas pertenecían su propio autocontrol a la hora de rodar, mucho de su metodología sigue siendo un misterio.
Su naturaleza meticulosa y su atención al detalle fueron seguras a la hora de revisar los resultados, y logró tanto el éxito popular como el de crítica no especializada. No construyó un conjunto de intérpretes como Capra, Sturges o Ford.
Orson Welles le llamaba burlonamente un "brillante productor", pero más bien era un 'studio-director' que supo trabajar muy bien y controlar las imposiciones de los estudios.
Durante unos años ha sido un director no bien considerado. Seguramente el peso de la crítica francesa (Cahiers su Cinéma, Positif), que destacaban mucho a John Ford, Howard Hawks, Nicholas Ray o al propio Welles, que influyó con su desdén por Wyler en el crítico americano Andrew Harris (publicaba la edición inglesa de Cahiers). Así que The American Cinema (libro de Harris) se sumó a las voces sectarias al respecto de esas por lo demás excelentes revistas.
Como suele suceder entre los artistas una obra ya sea una pintura, una escultura o una película llega a adsorber completamente tu tiempo y esfuerzo y es muy difícil recuperarse de una obra maestra o una película monumental, todo lo demás parece demasiado pequeño, y ese periodo letárgico siempre resulta criticable en cualquier tono por los colegas.
Ahora bien, en contra de muchos de sus contemporáneos, André Bazin (1918-1958) —un crítico tan importante, creador de Cahiers su Cinéma, autor de un Orson Welles—, señaló en un gran texto sobre Wyler, cómo no era difícil reconocer su firma personal, al igual que sucedía con las películas de Lang, Ford o Hitchcock. Su ética de la puesta de escena, su personal ascesis, lograda con un trabajo riguroso con los actores (que expresan precisamente la acción), logró un gran "cine-escritura". El cine puro, decía Bazin, existe en muchas combinaciones narrativas, no es una materia independiente y aislable: "el cine más bien un estado estético de la materia", y nadie ha sabido "contar mejor una historia en "cine'" que Wyler.
Las vehementes palabras de quienes eran sus iguales no fueron del mismo tono que muchos productores no solo de la MGM pues entre las grandes cúpulas empresariales del cine se decía que el mayor trabajo de William Wyler es desir Ben-hur no había sido mas que un monumental intento de retratar a la calca la película en blanco y negro antecesora solo que con color, la verdad es que el trabajo de Wyler fue mas de lo que los inexpertos empresarios decían, el Ben-hur en tecnicolor y cinemascope resulto una obra independiente un homenaje a las creaciones en gloriosos blanco y negro y gozaba de una emoción y sensibilidad de un director comprometido con una historia que se sabia única y que no podía desperdiciarse en vagos intentos de cámara, al autocontrol y manejo excepcional de la trama resultaron en una sinfonía de escenas y música, diálogos inolvidables así como puntos vista o encuadres inigualables.
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